jueves, 26 de junio de 2025

Desaparecer

 Hola! Esta guay al final esto de hacer una entrada al mes. Es curioso que siempre vuelvo por aquí para contar cómo llevo mi día a día literario. Tras un mes se notan muchos cambios, es increíble y estoy flipando mucho.

Os cuento, este mes fue la feria del libro de Madrid y “oh sorpresa” me cogí un par de libros. Me encantó pasar por las librerías y editoriales bien temprano y charlar. Algunas de esas charlas acabaron en compra. Sentí un huracán de emociones, hubo momentos para la alegría, la emoción, la sorpresa, las sonrisas, la felicidad absoluta… y también se coló por ahí un poco de desfachatez y de tristeza. Esto último me hizo reflexionar (aunque la reflexión de lo malo me la guardaré para mi), pero más me hizo reflexionar lo primero.


Sabéis que ahora mismo soy una chica de 35 años que está cambiando su forma de ver la literatura. Podría decir que ya no busco encajar en algún lugar, si no que busco volar libremente. Agradezco a la Juss del pasado todo lo que ha hecho por mi, fue ella la que me permitió ir a una charla con una gran amiga y abrazar a gente llena de ilusión. Pero la Juss del presente me zarandea continuamente (es un poco pesada, todo hay que decirlo) 

Hubo una charla en concreto, en la que le dije a una autora que me encantaría que fuera feliz, donde otro runrún acudió a mi cabeza. (Un runrún que ya apareció en mi poemario de flores por sorpresa, unos poemas que ni he publicado y que eran los únicos que en su canción no había ni una flor, cosa que ni me di cuenta de que estaba escribiendo pero que estaba saliendo de mi como una bala) Confundí Twitter con Instagram y ella me dijo “no tengo Twitter”, enseguida dije que me refería a Instagram. Nos despedimos cariñosamente y allí quedó la cosa. 

No me sorprendió que no tuviera Twitter y además me di cuenta de que yo seguía sus avances por Instagram. Desde ese día en la feria del libro, os confieso que he pisado menos las redes sociales tipo Twitter, Bluesky… ¿Por qué? Pues ni lo sé, pero me gusta pensar que fue por esa charla. Desde entonces, hace una semana, estoy pensando en el hastío que me provoca esa “aprobación” de las redes sociales. Recuerdo esa ansiedad, esos comentarios que no llegan u otros que llegan para hacerte daño y pienso… ¿Para que? Y la respuesta es “para que las editoriales vean que tienes seguidores” y mi contra respuesta es “pues que pereza”. ¿Tengo que estar al pie del cañón en un lugar que no me apetece haciendo el indio para tener una supuesta oportunidad en una editorial? ¿Tengo que estas perdiendo el tiempo para estar “informada”? ¿Tengo que rebuscar en mi cabeza que contenido crear para llamar la atención en vez de estar escribiendo un poema? Puedo seguir haciéndome preguntas de este tipo eternamente y por desgracia ninguna pregunta la formulo en positivo. La más fuerte y la que más me espanta es… ¿Si me marcho de las redes tipo Twitter (porque Instagram lo uso para mas cosas personales) desapareceré del mundo literario? Es fuerte la pregunta y más de una persona se la habrá hecho, y por ese “miedo” nos hemos quedado. Pero caminando en la feria tuve la respuesta. Desaparecería para la gente que ni conozco, para la gente que me encuentra de casualidad en su feed, pero no desaparecería en mis poemas, en esos paseos entre casetas, en esos libros que dudo si comprar o no… en esos momentos donde los libros me hacen feliz

Como curiosidad, antes de ir a la feria pensé en “encontrar” cosas que vi en las redes sociales, y al final, con toda la emoción, pasé de largo de ello. ¿Me dio pena? Si… ¿Me dejo alguna lección? Si, que lo de las redes, en el mundo real, desaparecía.

Quizás no me vaya de las redes, no lo sé, buscaré las respuestas a tanta preguntas donde las encontré el primer día: en mis poemas 

Desaparecer

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